miércoles, 4 de agosto de 2010

La Obediencia un Principio Eterno

Aqui ven a el gran Helaman y sus Dos mill Jovenes Lamanitas ^^ XD!


EL EJERCITO DE HELAMAN.......

““Obedecieron… Con Exactitud Toda Orden”

en esta lección se analizarán los principios y las características que permitieron que los 2.060 guerreros ammonitas recibieran tanta fortaleza del Señor. A medida que vivamos de acuerdo con esos principios y desarrollemos esas características, aumentará nuestra fuerza espiritual; seremos más eficaces como siervos en “las huestes reales del Señor”.

ImageEl Richard J. Maynes en la Conferencia de Octubre 2004 Desde la antigüedad hasta los tiempos modernos, los verdaderos discípulos de Jesucristo han comprendido la importancia de hacer convenios con el Señor y de observarlos. Cerca del año 64 a. de J.C., la nación nefita vivía momentos extremadamente peligrosos. Debido a la iniquidad, las disensiones y las intrigas, ellos se encontraban en las más críticas circunstancias (véase Alma 53:9). El gobierno se encontraba al borde del colapso. La guerra contra la nación lamanita había durado ya numerosos años. Los disidentes nefitas partían para unirse al enemigo. Muchas ciudades nefitas habían sido atacadas y capturadas. En medio de esa situación peligrosa y caótica, se buscaban hombres justos para dirigir a los ejércitos nefitas, hombres como Moroni y Helamán. Dichos líderes nefitas comprendían que la capacidad de su nación para defenderse estaba en proporción directa con su obediencia al Señor. Ellos se esforzaban continuamente por motivar al pueblo a recordar al Señor y a guardar Sus mandamientos.

En ese momento tan crítico, tras la pérdida de muchas ciudades nefitas y con el aparente cambio en que la balanza del dominio parecía inclinarse en favor de los lamanitas, ocurrió algo milagroso. Un grupo de antiguos lamanitas, ahora conocidos como ammonitas porque se había convertido al Evangelio de Jesucristo mediante el ministerio de Ammón, mostraron su deseo de tomar las armas en defensa de la nueva tierra, del país y del modo de vida que habían recibido (véase Alma 53:13). Los padres de los ammonitas previamente habían hecho juramento con el Señor de no volver nunca a tomar las armas. Helamán, el profeta nefita, les aconsejó que guardaran la promesa que le habían hecho al Señor (véase Alma 53:15). Él nos relata lo que ocurrió después de dar ese consejo. “Mas he aquí, aconteció que tenían muchos hijos que no habían concertado ningún convenio de que no tomarían sus armas de guerra para defenderse contra sus enemigos; por tanto, cuantos podían portar armas se reunieron en esa ocasión, y se hicieron llamar nefitas.
“E hicieron un convenio de luchar por la libertad de los nefitas, sí, de proteger la tierra hasta con su vida; sí, hicieron convenio de que jamás renunciarían a su libertad… “Y he aquí, hubo dos mil de estos jóvenes que concertaron este convenio y tomaron sus armas de guerra para defender su patria… “Y todos ellos eran jóvenes, y sumamente valientes en cuanto a intrepidez, y también en cuanto a vigor y actividad; mas he aquí, esto no era todo; eran hombres que en todo momento se mantenían fieles a cualquier cosa que les fuera confiada. “Sí, eran hombres verídicos y serios, pues se les había enseñado a guardar los mandamientos de Dios y a andar rectamente ante él. “Y aconteció que Helamán marchó al frente de sus dos mil soldados jóvenes para ayudar al pueblo” (Alma 53:16–18, 20–22).

Helamán y sus dos mil jóvenes soldados lucharon valientemente para proteger a sus familias así como a su libertad. Su entrada en el campo de batalla cambió el curso de la guerra. Los nefitas lograron ventaja una vez más. En una epístola a Moroni, Helamán describe la fe y el valor que esos jóvenes exhibieron:
“Y te digo, mi amado hermano Moroni, que jamás había visto yo tan grande valor, no, ni aun entre todos los nefitas… “Hasta entonces nunca habían combatido; no obstante, no temían la muerte, y estimaban más la libertad de sus padres que sus propias vidas; sí, sus madres les habían enseñado que si no dudaban, Dios los libraría” (Alma 56:45, 47).

Hermanos y hermanas, ellos “no dudaron y Dios ciertamente los libró”. En su primera gran batalla, no perdió la vida ni uno solo de los dos mil. Después de la batalla, se unieron al pequeño ejército sesenta jóvenes ammonitas más. Helamán nos dice: “Sí, y obedecieron y procuraron cumplir con exactitud toda orden; sí, y les fue hecho según su fe” (Alma 57:21). La segunda batalla a la que se enfrentó ese pequeño ejército fue más intensa que la primera. Helamán escribe luego que ésta terminó: “Y aconteció que doscientos, de mis dos mil sesenta, se habían desmayado por la pérdida de sangre. Sin embargo, mediante la bondad de Dios… ni uno solo de ellos había perecido… “Y su preservación fue asombrosa para todo nuestro ejército… Y lo atribuimos con justicia al milagroso poder de Dios, por motivo de su extraordinaria
fe” (Alma 57:25–26). Helamán y sus soldados jóvenes comprendían la importancia de concertar convenios con el Señor; además, recibieron las bendiciones que se dan a quienes los observan fielmente.

Janice Kapp Perry

El Ejercito de Helaman Vol. 1,2

Escuchar Volumen 1.....

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