sábado, 30 de octubre de 2010

Poemas y Música de uno Grande...

LLUVIAS DECEMBRINAS


Invierno, es invierno y no estas aqui. El viento azota mi calma y las lluvias decembrinas intensifican el frio alojado en mi corazon. El tiempo calmo mas no sereno aspira a olvidarte, pero es invierno y afuera llueve y no estas aqui.

Los susurros de la noche sosiegan a mi alma y a ese escalofrio que recorre mi cuerpo mientras por las paredes de tu cuarto vacio se filtran los recuerdos de noches pasadas. Las cortinas a medio abrir dejan entrar los suspiros de abril y los murmullos de mayo se reprimen en el viejo colchon que se niega a olvidarte.

Hace meses que te fuiste y tu aroma aun sigue aqui, tu escencia se esconde bajo las sabanas con el recuerdo de tu piel dulce y calida, me arden las yemas de los dedos con tan solo imaginarte. Si tan solo pudiera tocarte una vez mas.

Tantos secretos escondidos en los cajones y en el baul bajo la cama, a simple vista no queda nada de ti, solo recuerdos efimeros que parecen perecer con el tiempo. Pasan junio, julio y agosto por las agujas del reloj y ya te he olvidado pero llega septiembre y emerges de la nada, porque el otoño no sabe de olvido.

Entre besos muertos y caricias marchitas diciembre parece resignarse, mis labios entumecidos me hablan de tu ausencia. El frio invierno toca a mi puerta y yo aspiro a olvidarte, pero es invierno y afuera llueve y no estas aqui.


Isaac Albéniz


1860 - 1909 (Girona, España)

Isaac Albéniz

Nació el 29 de mayo de 1860 en Camprodón, Girona. Recibió de su hermana las primeras lecciones de piano. Su primer concierto público tuvo lugar cuando tan sólo tenía 4 años, mismo año en el que fue presentado en el teatro Romea (Barcelona). A los ocho años se traslada con su familia a Madrid, asistiendo a las clases de Mendizábal en el Conservatorio. Se fugó de su casa cuando contaba 9 años y se embarcó en la fragata España con destino a Puerto Rico. Durante la travesía entretuvo a los pasajeros tocando el piano para pagar el pasaje. En Latinoamérica trabajó como pianista en varios países: Argentina, Uruguay, Brasil, México yCuba. En el otoño de 1873 regresa a Madrid. Entre 1875 y 1878 asistió al Conservatorio de Bruselas y, poco tiempo después se transladaria a Budapest, donde entabla amistas con el compositor y pianista húngaro Franz Liszt (1878) y el compositor nacionalista español Felipe Pedrell (1883).

En 1891 se instala en Londres y en 1893 fija en París su casi habitual residencia; amigo de D'Indy, Chauson, Fauré, Dukas, Debussy y Ravel. Su obra maestra son las cuatro suites para piano Iberia (1906-1908), composición virtuosística y musicalmente compleja, compuesta en Niza durante algo más de dos años. También hay que destacar las piezas para piano Rapsodia española y Suite española, las óperas El Ópalo mágico (1893) y Pepita Jiménez (1896). Además fue autor de zarzuela y de lieder. Falleció el 18 de mayo de 1909 en Cambo-les-Bains (Francia).






Albeniz - España y otras piezas para piano



Tracklist

01. España - Preludio
02. España - Tango
03. España - Malagueña
04. España - Serenata
05. España - Capricho catalán
06. España - Zortzico
07. Asturias
08. Córdoba
09. Cádiz
10. Granada
11. Castilla
12. Cuba
13. Mallorca
14. Sevilla
15. La Vega



miércoles, 27 de octubre de 2010

Jesús el Joven de Nazaret (SUD)



JOSÉ, María y su Hijo permanecieron en Egipto hasta después de la muerte de Herodes el Grande, acontecimiento que les fue dado a conocer por medio de una visitación angelical. Su permanencia en ese país extranjero probablemente fue breve, pues Herodes no sobrevivió por mucho tiempo a los niños que había hecho matar en Belén. En el regreso de la familia de Egipto el evangelista ve el cumplimiento de la visión profética de Oseas respecto de lo que habría de acontecer: “De Egipto llamé a mi Hijo.”
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El Regreso a Nazaret (Lc 2:39-40)
Parece haber sido la intención de José establecer un hogar para la familia en Judea, posiblemente en Belén—ciudad de sus antepasados y sitio mucho más estimado ahora para él, por haber nacido allí el niño de María—pero al enterarse por el camino de que Arquelao, hijo de Herodes, gobernaba en el lugar de su inicuo padre, José cambió de propósito, y “avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas que habría de ser llamado nazareno”.
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Mientras Arquelao—que parecía haber heredado por naturaleza la impiedad y crueldad de su infame padre—reinaba por breve tiempo en Judea como rey, y luego con el título menor de etnarca que el emperador romano le había otorgado, su hermano Antipas gobernaba como tetrarca de Galilea. Herodes Antipas era casi tan ruin y depravado como los demás de su desenfrenada familia, pero era menos agresivo y vengativo, y durante ese período de su reinado se mostró comparativamente tolerante.”
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Primeros Años de Jesús
En lo que respecta a la vida íntima de José y su familia en Nazaret, la historia bíblica dice poco. Impresiona el silencio con que los historiadores inspirados pasan por alto los primeros años de la vida de Jesús; mientras que las fantásticas historias, escritas en años posteriores por manos desautorizadas, están llenas de detalles ficticios, muchos de los cuales repugnan por su incongruencia pueril. Solamente José, María y los otros miembros inmediatos o amigos íntimos de la familia pudieron haber conocido los detalles de la vida diaria de este humilde hogar en Nazaret; y a estas personas Mateo y Lucas probablemente recurrieron para obtener el conocimiento que han narrado. La historia escrita por aquellos que la conocieron se destaca por su brevedad impresionante. En esta escasez de detalles podemos ver evidencias de la autenticidad de la historia bíblica. Los escritores inventivos han querido añadir, como en efecto más tarde añadieron, las cosas que buscamos en vano entre los capítulos de los Evangelios. Con reverente silencio los historiadores inspirados honran la niñez de su Señor; y aquel que pretende inventar circunstancias y adornar la vida de Cristo con aditamentos ficticios, lo deshonra. Leamos contemplativamente la verdad atestiguada concerniente a la niñez del Cristo: “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.”
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Con esta sencillez se describe el desarrollo normal y natural del niño Jesús. Vino entre los hombres para conocer todas las condiciones naturales del estado terrenal; nació tan verdaderamente dependiente e impotente como cualquier otro niño; en todos sus rasgos principales su infancia fue como la de otros; su niñez fue real, su desarrollo tan necesario y verdadero como el de todo jovencito. Sobre su mente había descendido el velo del olvido que es común entre todos los que nacen en la tierra, velo por medio del cual se apaga el recuerdo de la existencia primordial. El Niño creció, y este crecimiento le trajo el ensanchamiento mental, el desarrollo de sus facultades y el progreso en cuanto a poder y entendimiento. Pasó de una gracia a otra, no de un estado sin gracia a uno de gracia; de lo bueno a lo mejor, no de lo malo a lo bueno; de gracia para con Dios a una gracia mayor, no de una separación por causa del pecado a una reconciliación por medio del arrepentimiento y la propiciación.’
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Nuestro conocimiento de la vida judía de aquella época justifica la conclusión de que el Niño recibió amplia instrucción sobre la ley y las Escrituras, porque así era la regla. Acumuló conocimiento por medio del estudio y logró sabiduría por medio de la oración, la meditación y el empeño. No cabe duda que le fue enseñado a trabajar, porque la ociosidad era tan aborrecida en aquella época como lo es hoy; y a todo jovencito judío, fuera hijo de carpintero, campesino o rabino, le era exigido aprender y seguir una carrera práctica y productiva. Jesús fue todo lo que un niño debe ser, porque el peso abrumador del pecado no retardó su desarrollo; amó y obedeció la verdad y, por consiguiente, fue libre.

El Niño Jesús en el Templo en la Pascua

José y María, devotos y fieles en lo referente a todas las observancias de la ley, solían ir a Jerusalén cada año, al tiempo de la fiesta de la Pascua. Este festival religioso, como debemos recordar, era uno de los más solemnes y sagrados entre las muchas conmemoraciones ceremoniales de los judíos. Se había establecido en la época del éxodo de Egipto para recordar el brazo extendido de la potencia de Dios, por medio del cual libró a Israel después que el ángel destructor mató al primogénito de todo hogar egipcio y misericordiosamente pasó de las casas de los hijos de Jacob.11 Era tal su importancia, que esta celebración anual señalaba el principio del año nuevo. La ley exigía que todos los varones se presentasen delante del Señor al tiempo de esta fiesta. La regla disponía que también las mujeres asistiesen, si no hubiese algún impedimento legal; y parece que María obedecía tanto el espíritu de la ley como la letra del reglamento, porque habitualmente acompañaba a su esposo a la congregación anual en Jerusalén.

Cuando Jesús llegó a la edad de doce años, su madre y José lo llevaron a la fiesta como lo requería la ley. No nos es dicho si el Niño previamente había asistido a una ocasión semejante. A los doce años de edad, el niño judío era aceptado como miembro de la comunidad en donde vivía; a esa edad le era exigido iniciar con propósito definitivo la carrera que hubiese escogido; como individuo, avanzaba a una situación en la que de allí en adelante sus padres no podrían venderlo arbitrariamente como esclavo; le eran señalados estudios más avanzados en la escuela y en el hogar, y al ser aceptado por los sacerdotes, llegaba a ser “hijo de la ley”. Era el deseo común y muy natural de los padres que sus hijos asistiesen a la fiesta de la Pascua al llegar a la edad prescrita, y estuviesen presentes en la ceremonia del templo como miembros reconocidos de la congregación. Fue en tales circunstancias que el joven Jesús llegó al templo.

La fiesta, propiamente dicha, duraba siete días, y en la época de Cristo asistían a ella grandes concursos de judíos. Josefo hace referencia a los que se reunían para conmemorar la Pascua, llamándolos “una multitud innumerable”.1 La gente llegaba de provincias lejanas en grandes compañías y caravanas, no sólo por conveniencia, sino para darse protección común de las bandas de ladrones que infestaban el país. José y su familia viajaron como miembros de una de estas compañías.

A la conclusión de la celebración de la Pascua, habiendo viajado la compañía galilea todo un día hacia su hogar, José y María descubrieron, llenos de sorpresa y profunda zozobra, que Jesús no se hallaba con los de ese grupo. Después de buscar inútilmente entre sus amigos y conocidos, se volvieron a Jerusalén en busca del joven. Sus indagaciones no les suministraron mucho consuelo o ayuda sino hasta después de pasar tres días, cuando “le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles”.J No era cosa rara que un jovencito de doce años fuese interrogado por los sacerdotes, escribas o rabinos, ni que le fuera permitido hacer preguntas a estos expositores profesionales de la ley, porque esa manera de proceder era parte de la preparación educativa de los jóvenes judíos; ni tampoco era cosa sorprendente la reunión de alumnos y maestros dentro de los patios del templo, porque los rabinos de aquella época solían comunicar sus instrucciones en ese sitio; y la gente, jóvenes así como ancianos, se congregaba en torno de ellos, sentándose a sus pies para aprender. Mas con todo, esta entrevista a que nos referimos presentaba muchos aspectos extraordinarios, como se manifiesta por la conducta de los sabios doctores de la ley, pues nunca jamás habían conocido a un alumno como El, al grado de que “todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas”. El acontecimiento ofrece evidencia de una niñez benéficamente empleada, así como prueba de una habilidad excepcional.

Ni el asombro de María y su esposo al hallar al joven en aquella distinguida compañía, y tan manifiestamente el objeto de respeto y deferencia, ni el gozo de ver nuevamente al Ser amado que se les había perdido, borró por completo la memoria de la angustia que les había causado su ausencia.

Reprensión de Maria a Jesús en el Templo

Con palabras de tierna pero inconfundible reprensión, la madre preguntó: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia.” La respuesta del joven los llenó de sorpresa, pues reveló, en una forma que hasta entonces no habían entendido, con cuanta rapidez estaban madurando sus facultades para juzgar y entender. Les dijo: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”

No vayamos a decir que fue un reproche descortés o reconvención indebida esta respuesta que dio a su madre aquel hijo, de todos el más respetuoso. Su contestación fue para recordarle a María algo que parecía haber olvidado por el momento: el asunto de la paternidad de su Hijo. Ella había usado las palabras, “tu padre y yo”; y la contestación de su Hijo le hizo recordar de nuevo la verdad de que José no era el padre de aquel joven. Parece que ella se asombró de que uno de tan pocos años entendiera en forma completa su posición respecto de ella. Le había aclarado la inexactitud inadvertida de sus palabras. Su Padre no lo había estado buscando, pues ¿no se hallaba El, aun en ese momento, en la casa de su Padre, ocupado particularmente en los negocios de su Padre, la obra misma para la cual su Padre lo había designado?

En ningún sentido había expresado duda alguna en cuanto al parentesco materno entre él y María; no obstante, mostró indiscutiblemente que reconocía como su Padre, no a José de Nazaret, sino al Dios del Cielo. Ni María ni José entendieron el significado completo de sus palabras; y aunque Jesús comprendía la obligación superior de su deber basado en su Divinidad, y había mostrado a María que su autoridad como madre terrenal se subordinaba a la de su Padre inmortal y divino, sin embargo, la obedeció. A pesar del interés que tenían los doctores en este joven extraordinario, y no obstante que los había hecho pensar seriamente con sus profundas interrogaciones y sabias respuestas, no pudieron detenerlo, porque la ley misma que ellos profesaban sostener exigía la obediencia estricta a la autoridad paternal. “Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.”

¡Qué secretos tan maravillosos y sagrados se anidaban en el corazón de aquella madre; y qué sorpresas nuevas y problemas graves se acumulaban día tras día con las manifestaciones de sabiduría creciente que veía en su Hijo sobre-humanol Aun cuando ella nunca hubiera podido olvidar por completo, parecía perder de vista, en ocasiones, la personalidad exaltada de su Hijo. Quizá se dispuso divinamente que existiese tal situación. Difícilmente habría habido una medida completa de las relaciones verdaderamente humanas en el parentesco que existía entre Jesús y su madre, o entre El y José, si siempre hubiese predominado el hecho de su divinidad o aun manifestado en una manera prominente. Parece que María nunca entendió completamente a su Hijo; con cada evidencia adicional de su singularidad se maravillaba y se ponía a reflexionar de nuevo. Era suyo, y sin embargo, en un sentido real en extremo, no era enteramente de ella. Había en su parentesco del uno con el otro un misterio, pavoroso y a la vez sublime, un secreto santo que aquella madre escogida y bendita vacilaba en comunicárselo aun a ella misma. Dentro de su alma deben haber contendido el gozo y el temor por causa de El. Los recuerdos de la gloriosa promesa de Gabriel, el testimonio de los pastores llenos de regocijo y la adoración de los magos, deben haber trabado una lucha dentro de su ser con la significativa profecía de Simeón, dirigida a ella: “Y una espada trasparará tu misma alma.”

Los Años no contados de Jesús

Con respecto a los acontecimientos de los dieciocho años que transcurrieron después que Jesús regresó de Jerusalén a Nazaret, las Escrituras permanecen calladas salvo una afirmación valiosa de gran trascendencia: “Y Jesús crecía en sabiduría, y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” Claramente se destaca que a este Hijo del Altísimo no le fue otorgada la plenitud de conocimiento, ni la investidura completa de sabiduría, desde la cuna.p Paulatinamente se desarrolló dentro de su alma la certeza de su misión señalada como el Mesías, de cuya venida estudió en la ley, los profetas y los salmos; y pasó su juventud y los primeros años de su edad viril preparándose devotamente para el ministerio, cuya culminación se verificaría sobre la cruz. Las crónicas de años posteriores nos hacen saber que era reconocido, sin que nadie dudara, como el hijo de José y María, y considerado como hermano de los otros hijos menores de la familia. Se le conocía como carpintero e hijo de carpintero; y hasta que principió su ministerio público, parece haber sido persona de poca importancia aun en su pequeña comunidad nativa.”

Vivió sencillamente, en paz con sus semejantes, en comunicación con su Padre mediante la oración, y de este modo creció en gracia para con Dios y los hombres. Como lo manifiestan sus declaraciones públicas después que llegó a ser hombre, dedicó estos años de retiro a esfuerzos activos, tanto físicos como mentales. Jesús fue un observador perspicaz de la naturaleza y de los hombres. Pudo tomar ejemplos de las varias ocupaciones, carreras y profesiones para ilustrar sus enseñanzas; le eran conocidas las costumbres del doctor de la ley y del médico, los modos del escriba, el fariseo y el rabino, los hábitos del pobre y del rico, la vida del pastor, el agricultor, el viñador y el pescador. Estudiaba los lirios del campo y la hierba que crecía en las praderas y sobre los montes; las aves, que ni segaban ni recogían en alfolíes, sino vivían de la magnanimidad de su Hacedor; las zorras en sus cuevas; el perro consentido de casa y el infeliz can vagabundo; la gallina que protegía a sus polluelos bajo sus alas. Todas estas cosas, junto con los cambios de tiempo, la vuelta de las temporadas y todos los fenónemos de los cambios y orden naturales, contribuyeron a la sabiduría entre la cual se des-arrolló.

Nazaret fue la morada de Jesús hasta que cumplió aproximadamente treinta años; y, de acuerdo con la costumbre de designar a las personas por el nombre de la ciudad en donde habían vivido, además de sus nombres personales/ nuestro Señor llegó a ser conocido generalmente como Jesús de Nazaret.8 También se hace referencia a El como nazareno o natural de Nazaret, y el evangelista Mateo cita este hecho como cumplimiento de una profecía anterior, aunque nuestra recopilación actual de las Escrituras que constituyen el Antiguo Testamento no contiene la profecía de referencia. Es casi seguro que una de las muchas Escrituras que existieron en épocas anteriores contenía esta predicción, pero con el tiempo se ha perdido.’ Hallamos pruebas de que Nazaret era un poblado desconocido, de muy poca honra o fama, en la pregunta sarcástica de Natanael, el cual, al informársele que habían hallado al Mesías en la persona de Jesús de Nazaret, preguntó: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Esta pregunta de incredulidad ha llegado a convertirse en proverbio que aún se usa hoy al referirse a una fuente de bien que es impopular o de poca promesa. Natanael vivía en Cana, a corta distancia de Nazaret, y la sorpresa que manifestó al oír la noticia que le traía Felipe concerniente al Mesías nos proporciona evidencia incidental del retiro en el cual Jesús se crió.

Así fue como pasó la niñez, juventud y primeros años de la edad viril del Salvador del género humano.

Jesús el Cristo, Talmage





"Se dice que el tiempo es un gran maestro; lo malo es que va matando a sus discípulos." Hector Berlioz

(Francia 1803 - 1869)


La Infancia de Cristo.

El oratorio “La infancia de Cristo” es una obra que Berlioz no escribió por encargo sino que nació de su inspiración artístico-espiritual. En efecto, se refiere ampliamente a ella en sus memorias. Le llevó cuatro años de trabajo y en ese largo proceso el músico francés se fue enamorando cada vez más de la original tarea. Constituye su penúltima obra importante, precisamente antes de “Las Troyanas”, y es la única de carácter religioso. Se presenta aquí un Berlioz diferente (incluso al principio firma con pseudónimo y afirma que se trata de una partitura de autoría de un antiguo monje), sin grandilocuencia y con sugestiva e íntima emoción.

El oratorio consta de tres partes: “El sueño de Herodes” (subdividido en seis escenas), “La fuga a Egipto” (tres partes y una obertura orquestal) y “La llegada a Saïs” (tres escenas).

Comienza con un Herodes amargado que, en una hermosa aria para barítono, dice soñar obsesivamente con un niño que lo destronará. Los adivinos que consulta le confirman la premonición y el rey da órdenes de matar a la criatura. Como señala Patricia Pouchulu: “en esta obra no hay nada superficial”. Desde las amenazas de Herodes hasta los angélicos coros o el adiós de los pastores, la narración refiere algunas escenas de la infancia de Jesús según la tradición y las leyendas. Hacia el final la Sagrada Familia es recibida (dos flautas y un arpa) por un hombre que les da acogida. El oratorio concluye magníficamente con un coro de niños a capella y un pianissimo de tenor.

LEnfance du Christ es una obra sinfónico-coral para siete solistas vocales, coro polifónico, coro de niños y orquesta sinfónica.




Escuchar Primer CD......



Volumen 1.



Volumen 2.

jueves, 21 de octubre de 2010

En que podemos Creer.....!!!!

NOSOTROS CREEMOS

¿Qué creen los Santos de los Últimos Días en cuanto a Jesucristo? ¿Resucitó literalmente de los muertos? ¿Volverá a la tierra en Su gloria? ¿Necesitan las personas Su gracia para ser salvas?

Éstas son algunas de las preguntas que las personas suelen hacer cuando entran por primera vez en contacto con la Iglesia o con sus miembros. Para responder a ellas, los miembros deben estar preparados, por encima de todo, para escuchar la guía del Espíritu Santo. No obstante, las respuestas breves que siguen a continuación pueden resultar útiles como punto de partida para formular sus respuestas.

Las preguntas y respuestas en seguir leyendo.



¿Creen en Jesucristo como el personaje histórico que vivió y enseñó en la Tierra Santa, como se registra en la Biblia?

Sí. Creemos que Jesús nació de María, predicó en la Tierra Santa durante Su ministerio de unos tres años, murió en la cruz y resucitó de los muertos, tal como lo habían predicho los profetas durante siglos antes de Su venida (véase, por ejemplo, Génesis 49:10; Salmos 2:6–7; 22:16–18; 118:22; Isaías 7:14; Miqueas 5:2). Creemos que sufrió por los pecados de toda la humanidad y que los expió, haciendo así posible el arrepentimiento y el perdón (véase Isaías 53:4–6). Creemos que venció la muerte y que, mediante Su poder, todo hombre y mujer resucitarán con un cuerpo físico (véase Romanos 6:5; 8:11). Creemos que mediante la obediencia a los principios de Su evangelio, todo hijo y toda hija de Dios que viene a la tierra puede alcanzar la salvación y volver a vivir con nuestro Padre y Su Hijo en el reino celestial (véase 1 Pedro 3:18; Artículos de Fe 1:3).

¿Creen que el Señor resucitó literalmente de los muertos?

Sí. Como lo testifican Sus apóstoles en la Biblia, cientos de testigos vieron a Jesucristo con Su cuerpo resucitado (véase Lucas 24:39; Juan 20:20; 1 Corintios 15:3–8). Como Ser resucitado, ejerció Su ministerio entre miles de Sus “otras ovejas” (Juan 10:16) en las Américas, les mostró las heridas de Sus manos, de Sus pies y de Su costado y les enseñó durante muchos días (véase 3 Nefi 11–28).

En 1820, se apareció junto a Su Padre a José Smith, hijo. El Señor guió a ese joven profeta para que restaurara Su Iglesia y Su evangelio, ya que, tras la muerte de los antiguos apóstoles, habían sido alterados de acuerdo con las filosofías de los hombres. José Smith y uno de sus compañeros ofrecieron este testimonio de Jesucristo en 1832: “…¡[Él] vive! Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre” (D. y C. 76:22–23).

¿Creen que vendrá de nuevo a la tierra en Su gloria?

Sí. Las Sagradas Escrituras testifican de ello: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:25). “[Vendrá] en las nubes del cielo para reinar en la tierra sobre su pueblo” (D. y C. 76:63).

Además, creemos que, gracias a Su resurrección, también nosotros recuperaremos nuestro cuerpo físico: “Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19:26). “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22). “…la muerte de Cristo desatará las ligaduras de esta muerte temporal, de modo que todos se levantarán de esta muerte. El espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta forma…” (Alma 11:42–43).

¿Creen que Su gracia es necesaria para nuestra salvación?

Sin duda alguna. Sin la gracia de Jesucristo, nadie podría ser salvo ni recibir las bendiciones eternas (véase Romanos 3:23–24). Mediante Su gracia, todos resucitarán y todos los que creen y le siguen tendrán la vida eterna (véase Juan 3:15). Además, mediante Su gracia, nuestra relación sagrada con nuestro cónyuge y con nuestra familia puede perpetuarse por toda la eternidad (véase Mateo 16:19; 1 Corintios 11:11; D. y C. 132:19). Estas bendiciones eternas son Sus dádivas a nosotros; no hay nada que pudiéramos hacer por nosotros mismos para merecerlas o ganárnoslas.

Sin embargo, las Escrituras dejan muy claro que recibimos la plenitud de las bendiciones por Su gracia mediante nuestra fe y obediencia a Sus enseñanzas. El apóstol Pablo enseña que no podemos salvarnos a nosotros mismos, sino que necesitamos la gracia del Señor: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:8–10).

Santiago explica lo siguiente: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma… Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Santiago 2:17, 24). Así se explica que el Salvador le dijera al joven rico que había sido obediente y deseaba la vida eterna, que todavía le quedaba algo por hacer (véase Mateo 19:16–22; Lucas 18:18–23). Los Santos de los Últimos Días creen que la gracia de Cristo se extiende en toda su abundancia a aquellos que creen en Él y hacen las obras que Él enseña. “…sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos” (2 Nefi 25:23; cursiva agregada).

Aunque nuestras buenas obras no pueden limpiarnos del pecado, sí muestran la sinceridad de nuestra fe en Jesucristo y nuestra fidelidad al camino que Él recorrió.

¿Creen que José Smith es, en cierta manera, tan importante como Jesucristo a la hora de salvar a las personas?

No. José Smith fue un profeta importante en la historia de la humanidad. La obra que llevó a efecto bajo la dirección divina trajo a la tierra las bendiciones y el conocimiento que se habían otorgado a los profetas de Dios y a sus seguidores en los tiempos del Antiguo y del Nuevo Testamento, pero que se habían perdido. José Smith fue, a semejanza de los profetas antiguos, un siervo del Señor Jesucristo que enseñó que la salvación y todas las bendiciones de la eternidad solamente se podían lograr por medio de nuestro Salvador:
“Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo: que murió, fue sepultado, se levantó al tercer día y ascendió a los cielos; y todas las otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices de eso”. En otra ocasión, el Profeta enseñó: “Al considerar la santidad y la perfección de nuestro gran Maestro, que ha abierto un camino por el cual podamos venir a Él, aun con el sacrificio de Sí mismo, nuestro corazón se enternece ante Su condescendencia”.


Ver también:
Seguir leyendo...

Agradeciendo a:
EL RINCÓN SUD.



JANICE HAPP PERRY



The Best - Vol. 1


01 - It would be so easy
02 - Jesus was no ordanary man
03 - Love is spoken here
04 - Army of Helaman
05 - I walk by faith
06 - A Young Boy Prayed
07 - A chlids prayer
08 - Living water
09 - Have you received
10 - The hollow of thy hand
11 - I'm trying to be like christ
12 - Army of Helaman
13 - I love to see the temple


Escuchar .....




lunes, 11 de octubre de 2010

Mujeres Jóvenes SUD.

Progreso de las Mujeres Jóvenes

Eres una amada hija de nuestro Padre Celestial, preparada para venir a la tierra en esta época precisa para un propósito sagrado y glorioso. Tienes el noble llamamiento de utilizar tu fortaleza y tu influencia para bien. Tu amoroso Padre Celestial te ha bendecido con talentos y habilidades que te ayudarán a cumplir tu misión divina. A través de la oración personal, el estudio de las Escrituras, la obediencia a los mandamientos y el servicio a los demás, puedes desarrollar esos dones.
Utiliza tu influencia para elevar y bendecir a tu familia, a otras mujeres jóvenes y a los hombres jóvenes con los que te relaciones. Honra tu condición de mujer, apoya al sacerdocio y valora la maternidad y la paternidad fieles.
Al participar en el programa del Progreso Personal, te unes a miles de mujeres jóvenes que se esfuerzan por venir a Cristo y "ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar". Procura el consejo de tus padres y, con espíritu de oración, elige metas que te permitan cultivar virtudes femeninas, crecer espiritualmente y alcanzar tu potencial divino. Aprovecha el tiempo que estarás en el programa de las Mujeres Jóvenes al prepararte para recibir las sagradas ordenanzas del templo, para ser una esposa y madre fiel y para fortalecer el hogar y la familia.


El Rincón Sud
tiene el agrado de compartir una noticia bastante reciente referida a los valores de las Mujeres Jóvenes, la noticia es la siguiente:

"En una carta fechada el 28 de noviembre de 2008, la Primera Presidencia anunció que el atributo y valor de Virtud ha sido agregado al lema de las Mujeres Jóvenes. La presidencia general de las Mujeres Jóvenes invita a las mujeres jóvenes de la Iglesia a generar en el mundo un retorno a la virtud."

Por lo tanto con la incorporación de este nuevo valor en el lema de las mujeres jóvenes los valores quedarían de la siguiente manera: Fe, Naturaleza Divina, Valor Individual, Conocimiento, Elección y Responsabilidad, Buenas Obras, Integridad y Virtud.

A continuación compartimos las palabras de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes respecto a la inclusión del valor VIRTUD.

El regreso a la Virtud
“Ahora es el tiempo para regresar a la virtud”

El atributo y valor “Virtud” ha sido agregado al lema de las Mujeres Jóvenes. “La Virtud es un modelo de pensamientos y de conducta basados en altas normas morales, e incluye la castidad y la pureza moral”.

Ha llegado el momento para que cada mujer joven de la Iglesia se levante al mundo para proclamar un regreso a la virtud. Este es el momento de ser pura y digna para recibir la guía del Espíritu Santo.

Es nuestro deseo que el año que viene, todas las mujeres jóvenes y sus líderes se enfoquen en el significado de la virtud, que cada jovencita pueda aceptar y actuar bajo ese valor, y que con este atributo puedan fortalecerse tanto como prepararse para ser dignas de hacer convenios sagrados y guardarlos y recibir las ordenanzas del templo.

Se van a distribuir a través de los líderes del sacerdocio y también de manera on line el complemento al Progreso Personal con las experiencias y proyectos a realizar con este valor.

Hemos decidido que toda mujer joven complete y reconozca este valor además de los otros siete que se encuentran en el Progreso Personal.

“Creo que una mujer joven virtuosa, guiada por el Espíritu, puede cambiar el mundo”

Como información adicional la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes invita a las jóvenes y líderes a incluir de inmediato este valor en el lema, informa además que se añadirán experiencias y proyectos para este valor, el color del nuevo valor es el DORADO y el nuevo cartel con el lema estará disponible el próximo mes.

Por lo tanto desde El Rincón Sud apoyamos a todas las jovencitas con este nuevo desafía de elevarse sobre el mundo y esforzarce por ser mujeres virtuosas.

Agradeciendo a nuestro hermanos de
http://elrinconsud.blogspot.com



Photobucket

Lema de las Mujeres Jóvenes.

20080117031529-mujeres-jovenes.jpg

“Somos hijas de un Padre Celestial que nos ama y nosotras lo amamos a El. Seremos testigos de Dios en todo tiempo, y en todo lugar, a medida que procuremos vivir de acuerdo con los valores de las mujeres jóvenes que son:

Fe
Naturaleza Divina
Valor Individual
Conocimiento
Elección y Responsabilidad
Buenas Obras e
Integridad

VIRTUD

Creemos que al aceptar y poner en práctica estos valores, estaremos preparadas para fortalecer el hogar y la familia, recibir las ordenanzas del Templo y gozar de las bendiciones de la Exaltación”.


Yo Tengo Fe
Grabación en español del CD popular para mujeres jóvenes "I Walk By Faith."
Song Titles
Yo tengo fe
La juventud que avanza
Con fe absoluta
Mi herencia natural
Soy de inmenso valor
Es la hora de aprender
Escoged hoy
Deja que alumbre tu luz
Integridad
Sígueme
La juventud que avanaza (repetición)


Escuchar ......





Profeta de la Restauración.....

Restauración.

“Declaramos sin duda alguna que Dios el Padre y Su Hijo, el Señor Jesucristo, se aparecieron en persona al joven José Smith.”

Gordon B. Hinckley

En la primavera de 1820, el joven José Smith, en ese entonces de catorce años de edad, recibió la visita de Dios el Padre y de Jesucristo. Ese evento, que sucedió en una arboleda retirada y a un joven desconocido, resultó ser uno de los acontecimientos más importantes en la historia del mundo. Marcó la culminación de una búsqueda intensa de parte de José Smith. Dio fin a siglos de silencio entre Dios y el hombre. Señaló el inicio de la obra de Dios sobre la tierra en estos días.

Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocidos también como mormones, no somos tan diferentes a los miembros de las otras iglesias cristianas. Creemos en Dios, y lo reconocemos como nuestro Padre Celestial. Adoramos a Jesucristo como nuestro único salvador, y creemos que Su sacrificio hizo posible nuestra felicidad eterna. Aceptamos la Biblia como la palabra de Dios. Tratamos de vivir las enseñanzas de Jesucristo que allí se encuentran, y tratamos de seguir su ejemplo de “andar haciendo bienes” (véase Hechos 10:38).

La diferencia entre nosotros y las otras iglesias es que creemos que Dios se sigue comunicando con el hombre por medio de revelación continua. En Amós 3:7 se lee: “Porque no hará nada Jehová el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” La Biblia en sí es un testimonio de que Dios hablaba con el hombre en la antigüedad. En el Nuevo Testamento, Pablo identifica la Fuente del evangelio que enseñaba con tanto afán: “ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” José Smith y sus sucesores son un testimonio poderoso de que Dios sigue Su trato con el hombre, y que sigue preocupado por nuestro bienestar.

En los artículos que se presentan a continuación, se explica porqué era necesario que un hombre como José Smith fuera llamado como profeta. Para entender esto, es importante conocer la naturaleza de Dios, entender el principio del albedrío y el papel de los profetas, y comprender los efectos de la apostasía. El propósito de presentar estas doctrinas no es convencer, sino explicar. Como dijo Gordon B. Hinckley, decimoquinto profeta de la Iglesia: “Invitamos a todos, a la tierra entera, a que escuchen este relato y evalúen su veracidad. Dios nos bendiga por creer en Sus manifestaciones divinas y nos ayude a extender el conocimiento de esos extraordinarios y gloriosos sucesos a todos los que estén dispuestos a escuchar. A éstos decimos en un espíritu de amor: traigan todo lo bueno y toda la verdad que hayan recibido de cualquier fuente y veamos si podemos añadir a ellas” (Hinckley, G.B. El maravilloso fundamento de nuestra fe Octubre 2002).









Martirio de José Smith

El consejo de la ciudad de Nauvoo autorizó la destrucción de una imprenta que había estado publicando mentiras acerca de la Iglesia Mormona. Esto enfadó a los vecinos no miembros de la Iglesia y se armó un disturbio. El 24 de junio de 1844, los dieciséis miembros del consejo de Nauvoo fueron arrestados por instigar un disturbio. Todos fueron puestos en libertad al día siguiente excepto José Smith y su hermano Hyrum, que permanecieron en la cárcel tras haber sido acusados de traición. A John Taylor y Willard Richards se les permitió quedarse con José y Hyrum. El gobernador prometió que si se sometían al arresto e iban a Carthage, él los protegería. José Smith presintió que no estaría fuera del peligro en Carthage e hizo planes con Hyrum de salir de Nauvoo. Emma le pidió que regresara a Nauvoo porque se estaba diciendo que él era cobarde. José y Hyrum regresaron y viajaron a Carthage. En Carthage, José recibió amenanzas varias veces.

La mañana del 27 de junio de 1844, mientras estaba en la cárcel de Carthage, José escribió una carta a Emma en la que decía: “Estoy resignado a mi suerte, sabiendo que estoy justificado, y he hecho lo mejor que se pudo hacer. Mi amor a los niños y a todos mis amigos…que Dios los bendiga.” Ese día el carcelero permitió que los hombres se quedaran en el cuarto de arriba en vez de la cárcel porque creía que estarían más cómodos allí.

En la tarde, los cuatro hombres en la cárcel, José, Hyrum, John Taylor y Willard Richards se sentían deprimidos. Pidieron que John Taylor cantara el himno “Un pobre forastero.” Poco después de las 5 de la tarde, justo cuando estaba terminando de cantar, un populacho de entre ciento cincuenta y doscientos hombres, con las caras pintadas de negro, llegaron a la cárcel. Invadieron la cárcel. Los cuatro hombres trataron de detenerlos, pero el populacho comenzó a disparar a través de la puerta. Hyrum recibió un tiro en el lado izquierdo de la cara. Cayó exclamando: “¡Soy hombre muerto!” José se apoyó en su hermano y dijo: “¡Oh querido hermano Hyrum!” con la tristeza evidente en su rostro. José disparó tres veces a través de la puerta. Después de disparar José se dio la vuelta hacia la ventana. José Smith fue herido en la espalda dentro de la celda y en el pecho por un tiro que venía desde afuera. Cayó muerto desde la ventana hacia afuera. John Taylor fue herido en la muñeca, la rodilla izquierda y la cadera. Una bala que hubiera tomado su vida le dio a su reloj de bolsillo. Willard Richards salió ileso; una bala sólo rozó su oreja.

El populacho salió para asegurarse de que José estaba muerto. Cuando el populacho salió, Willard Richards escondió a John Taylor, por que esperaba que regresaran. El hermano del profeta, Samuel, se enteró de las amenazas en contra de José e iba rumbo a Carthage. Llegó esa misma noche y fue el que escribió la carta a Nauvoo con las noticias de la muerte del profeta y su hermano Hyrum. El viaje hacia Carthage de Samuel fue rápido y sufrido ya que a él también lo perseguía un populacho. Poco tiempo después, Samuel también murió de complicaciones a las heridas que recibió el 27 de junio.

La Iglesia compró la cárcel de Carthage por cuatro mil dólares cuando Joseph F. Smith era el presidente. El edificio ahora ha sido restaurado y está abierto al público.



Loor al Profeta - Celebración del Profeta
José Smith


Temas:

01 - Fantasía sobre una melodía escocesa.

02 - Un nuevo día

03 - Oración de la Primera de José Smith.

04 - Yo lo he visto

05 - Ir con mi

06 - Nubes oscuras

07 - Mi bondad no se apartará de ti.

08 - Espera

09 - Varón de Dolores

10 - Un caminante pobre de la pena.

11 - Elogio al hombre

12 - ¿Quién es este hombre

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